Al Pacino y Salomé

    En ocasiones genial, en otras sobreactuado, el neoyorquino Al Pacino ha recibido todos los parabienes posibles a lo largo de sus más de 50 años de carrera, con dos premios Tony, un Oscar -Scent of a Woman (Esencia de mujer, 1993)-, dos Emmy, cuatro Globos de Oro, y una interminable lista de nominaciones y triunfos por su trabajo en el cine y el teatro. En 1996 decidió dar el salto tras la cámara con Looking for Richard (1996), un estupendo collage que mezclaba escenas de Richard III (1593) de Shakespeare con un análisis histórico de la pieza y la importancia del dramaturgo inglés en la cultura popular. Quince años más tarde, una aproximación muy similar a la genial Salomé (1891) de Oscar Wilde dio lugar a dos películas profundamente interrelacionadas, Wilde Salomé (2011) y Salomé (2013), dos caras de la misma moneda que hablan de las vicisitudes del torturado escritor irlandés y las dificultades de hacer cine y teatro, mientras presentan una personal reinterpretación de una tragedia que apenas pudo ser representada durante la vida de su autor.


    La relación de Pacino con la pieza se retrotraía a mayo de 1992, con el estreno en el Circle in the Square Theatre de Broadway de una versión dirigida por Robert Allan Ackerman en la que, por primera vez, personificaba el rol de Herodes Antipas, el tetrarca de Perea y Galilea en los tiempos de Jesucristo, al lado de la por entonces muy famosa Sheryl Lee como Salomé, el sudafricano Arnold Vosloo como Jokanaan, y la británica Suzanne Bertish como Herodías.

Pacino y Sheryl Lee

    Once años más tarde, y con su carrera cinematográfica en una fase no excesivamente exitosa, Pacino decidió retomar la obra de Wilde y, junto a la actriz Estelle Parsons como directora escénica, representarla en una "lectura escénica” con los actores vestidos con ropa moderna. Esta versión, con Marisa Tomei como Salomé, Dianne Wiest como Herodías y David Strathairn como Jokanaan, comenzó como un ejercicio del Actors Studio y fue finalmente estrenada en Broadway el 30 de abril de 2003 en el Ethel Barrymore Theatre, con una respuesta muy positiva de la crítica y el público.

Dianne Wiest, Pacino y Marisa Tomei

    Es esa versión la que Pacino utilizó tres años después en su regreso a la escena de Los Angeles, con un montaje estrenado el 27 de abril de 2006 en el Wadsworth Theatre, en el que la por entonces desconocida Jessica Chastain personificó a Salomé, Roxanne Hart a Herodías y Kevin Anderson a Jokanaan. La oportunidad de convertirla en un ejercicio multidisciplinar era muy interesante, y Pacino consiguió financiación para filmar una película que mostraba tanto el trabajo creativo en el teatro, como una supuesta reinterpretación fílmica en el desierto de Mojave que concluía con una ruptura de los límites entre la realidad documental y la ficción creativa. En paralelo, Pacino filmó en un plató una versión intermedia entre la “lectura escénica” de 2003 y la teatral de 1992, utilizando fragmentos de la misma en Wilde Salomé, y la totalidad en Salomé, un filme narrativo con fotografía del francés Benoît Delhomme y música de Jeff Beal.


    Apoyado en una soberbia -y aterradora- interpretación de Chastain, el verdadero centro de las dos películas, el resultado es un dueto de filmes extremadamente interesantes que recuperan la trascendental pieza de Wilde para un público moderno, dos ejercicios de estilo a degustar uno tras otro.

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