Gold Diggers of 1935 (Vampiresas de 1935, 1935)

Director: Busby Berkeley
Production: Robert Lord (First National Pictures - Warner Bros.)
Screenplay: Manuel Self & Peter Milne - Story: Robert Lord & Peter Milne
Starring: Dick Powell - Adolphe Menjou - Gloria Stuart - Glenda Farrell - Hugh Herbert
Filmed between December, 1934 and January, 1935 - Released on 16-III-1935 - 95 min.

Educated in the Broadway stages during the twenties, Busby Berkeley was undoubtedly the biggest and most important choreographer of the history of films, not only due to his ability as dance director but for his undeniable influence as visual creator in a moment when the camera started to be free of the ties that came with sound. As early as his first Hollywood work -Whoopee! (1930), a comedy in two-strip Technicolor-, Berkeley had demonstrated his aptitude to create innovative and unique musical numbers, a style that improved with every movie and which was based on his longing for geometric figures and kaleidoscopes, for big numbers of ballet dancers moving with precision and synchrony (a legacy of his time in a military academy) and for single out these using close ups. His oneiric narrative sense turned every number into a small movie that, generally, started and ended in a theatrical stage, but wholly developed in a purely cinematic multidimensional space, where his creativity went by without any obstacle. Thus, his sequences -because he not only limited himself to direct the dancers, but choosed camera positions, sets and editing- for 42nd Street (1933), Footlight Parade (1933) or Dames (1934), revealed him as a top director, an impression completely confirmed with this film, his first as absolute director. Berkeley didn't limit himself to create two of his best musical numbers -"The Words Are in My Heart", with its 56 pianos moved in unison, and "Lullaby of Broadway", probably the summun of his creative vision and one of the most delirious sequences of the decade- but he delivered a first-rate comedy with excellent rhythm where not only shined genre specialists like Glenda Farrell or the big Hugh Herbert, but less stereotyped performers as Adolphe Menjou or Gloria Stuart. A movie that nobody should miss it.
Formado en los escenarios de Broadway durante la década de los veinte, Busby Berkeley fue sin duda el más grande e importante coreógrafo de la historia del cine, no sólo por su capacidad como director de baile sino por su innegable influencia como creador visual en un momento en que la cámara empezaba a liberarse de las ataduras establecidas tras la llegada del sonido. Ya en su primer trabajo en Hollywood -Whoopee! (1930), una comedia en Technicolor dicromático-, Berkeley había demostrado su habilidad para crear números musicales innovadores y diferentes, un estilo que fue mejorando con cada filme y que estaba basado en su querencia por las figuras geométricas y los caleidoscopios, por los grandes números de bailarines movidos con precisión y sincronía (herencia de su paso por una academia militar) y por la personalización de estos mediante el uso de primeros planos. Su sentido onírico de la narrativa convertía cada número en una pequeña película que, generalmente, se iniciaba y terminaba en un escenario teatral, pero que se desarrollaba en su totalidad en un espacio multidimensional puramente cinemático, allí donde su creatividad discurría sin cortapisa alguna. Así, sus secuencias -porque no sólo se limitaba a dirigir a los bailarines, sino que elegía los emplazamientos de cámara, los decorados y el montaje- para 42nd Street (La calle 42, 1933), Footlight Parade (Desfile de candilejas, 1933) o Dames (Música y mujeres, 1934), le revelaban como un director de primera, una impresión confirmada en su totalidad con ésta, su primera película como director absoluto. Berkeley no se limitó a crear dos de sus mejores números musicales -"The Words Are in My Heart", con sus 56 pianos movidos al unísono, y "Lullaby of Broadway", probablemente el summun de su visión creativa y una de las secuencias más delirantes de la década- sino que entregó una comedia de primer nivel de excelente ritmo donde lucen tanto especialistas del género como Glenda Farrell o el gran Hugh Herbert, como intérpretes menos estereotipados como Adolphe Menjou o Gloria Stuart. Una película que nadie debería perderse.

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